Cómo corregir a los hijos, compañeros o empleados desde la sabiduría ancestral de la Kabbalah: firmeza sin herir 2y232i
Corregir a un hijo, un subalterno o un compañero de trabajo puede ser una tarea desafiante. ¿Cómo hacerlo sin herir, sin imponer desde la ira y al mismo tiempo lograr un cambio positivo? Desde la sabiduría ancestral de la Kabbalah, la clave está en el momento, la intención y el estado interior del que corrige. 6mc5q
En el programa de Ponte al Día, Patricia Jurado, instructora de Kabbalah, explica que “lo que nos enseña esta sabiduría es que no todos los momentos ni todas las formas son apropiadas para lograr ese cambio que deseamos en los demás”. El contexto emocional, tanto del que corrige como del que recibe la corrección, es esencial para que el mensaje no se convierta en una herida.
En el caso de los hijos, Jurado recomienda detenerse si hay emociones intensas o heridas abiertas. “Lo primero: si hay dolor, si estás enojado, ¡para, detente! Ese no es el momento de corregir. Puede que pierdas la oportunidad inmediata, pero el deber de un padre es encontrar un espacio de paz interior, y orden antes de hablar”, señala.
Para lograr ese equilibrio, la instructora sugiere algo simple y profundo a la vez: tomar agua. “El agua representa la vida espiritual. Es un acto simbólico que puede ayudarte a calmarte, a purificar tu energía y conectar contigo mismo antes de actuar”, afirma. Una vez en balance, el padre o madre debe corregir desde un lugar de firmeza, no desde la rabia: “Sé concreto, claro y breve sobre lo que deseas que cambie. No se trata de castigar, sino de guiar”.
Si ya ocurrió un momento de estallido o rabia, la Kabbalah recomienda pedir perdón. Y no cualquier perdón: uno que reconozca la intención fallida, pero reafirme la corrección necesaria. “Di a tu hijo: ‘Quise corregirte y no supe cómo hacerlo. Perdóname porque te herí y te lastimé. Pero esta actitud o hábito está dañándote a ti, a mí y a todos’”. Este acto de humildad fortalece el vínculo y enseña con el ejemplo.
A largo plazo, corregir de manera consciente y compasiva impacta directamente en la autoestima del niño, en su capacidad para resolver conflictos y en la construcción de una personalidad más segura y empática.
En el entorno laboral, el principio es similar: elige el momento adecuado y asegúrate de que lo que vas a corregir es algo que tú mismo eres capaz de hacer. “Tú no puedes corregir a otros sobre cosas que tú mismo no haces. Eso no es corrección, es energía de juicio, y el juicio genera resentimiento”, advierte Jurado.
Una buena corrección en el trabajo, hecha con empatía y claridad, no solo evita tensiones, sino que también puede mejorar la productividad, fomentar la colaboración y ayudar al crecimiento profesional de quien la recibe.
En un mundo acelerado y muchas veces impulsivo, la Kabbalah nos invita a pausar antes de corregir, a revisar nuestras propias intenciones y a hablar desde la firmeza del amor, no desde la herida. Porque, al final, la forma en que corregimos también educa.